jueves, 9 de diciembre de 2010

Del amor.

Quizás la inminencia de la belleza o su ímpetu, tal vez la sorpresa con que nos alcanza, acaso la contemplación en que nos sume el vacío prolongado que funda, su destello y la ceguera posterior su rumor y el presentimiento con que nos carcome quizás también el sigilo y el zarpazo pero ante todo, es su invitación hacia lo sublime, lo que nos embriaga del amor.

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